martes, 2 de diciembre de 2008

El aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Alberto Moncada.
Diagonal.
La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 se produjo cuando el pensamiento político social dominante, el de los triunfadores en la II Guerra Mundial, se hizo abrumadoramente conservador. El capitalismo democrático, defendían, forma parte del entramado físico de la convivencia, es poco menos que natural aunque caben en él pequeños retoques fruto de la investigación. El modelo mejoró con el aporte keynesiano, el bienestar público como corrector de la iniciativa privada, que era la clave del progreso.

La cuestión vuelve a estar presente hoy cuando se nos quiere imponer otro paradigma conservador, la sabia e inexorable racionalidad del mercado como si el mercado fuera libre y no estuviera dominado por los más poderosos. Thomas Frank, en su reciente libro One Market under God [Un mercado a las órdenes de Dios] ha desvelado con sagacidad las falacias de esa explicación básicamente pueril. El modelo se basa en el principio del trickle down: los gobiernos deben dar dinero y libertades a los ricos para que, de alguna manera ‘misteriosa’ –Frank habla de la teología del mercado– terminen llegando a los pobres. El informe del año 2005 del Population Reference Bureau documenta que la mitad de la población mundial vive con menos de dos euros al día y que la desigualdad básica sigue creciendo. Pero ahora vivimos en la globalización, que cambia nuestras perspectivas metodológicas.....

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