domingo, 28 de julio de 2013

La corrupción es el resultado de la existencia de grandes poderes económicos

Eduardo Garzón
Saque de Esquina
 
La corrupción política no es un fenómeno exclusivamente español, a pesar de lo que nos pueda parecer observando los recientes escándalos relacionados con la trama de financiación ilegal del Partido Popular. En todos los países del mundo la corrupción política y empresarial es una lacra que beneficia a ciertos sectores de la población a costa de perjudicar a otros. No obstante, lo que sí parece ser cierto es que en nuestro país la corrupción ni está tan mal vista ni está tan castigada como en otros países del centro y norte de Europa. Y en esto tiene mucho que ver la tradición democrática que existe en cada país, pues en aquellas regiones donde más tiempo llevan rigiéndose por instituciones democráticas, mejores son los mecanismos de detección y penalización de prácticas corruptas; y al revés. Es por ello que no sorprende ver cómo países que han sufrido dictaduras recientes como España, Portugal o Grecia presenten unos índices de corrupción (según la organización Transparencia Internacional) más elevados que otros países con mayor tradición democrática como lo pueden ser Francia, Reino Unido o los Países Bajos. No es muy difícil de imaginar: si durante los regímenes dictatoriales las oligarquías dominantes podían hacer cualquier cosa que se les antojase sin apenas controles ni limitaciones, no nos debería sorprender mucho que a pesar de las transiciones democráticas dichas élites hayan seguido considerando “normales” ciertas prácticas corruptas.
Pero no nos desviemos del tema. ¿En qué consiste exactamente la corrupción política? Muchas veces se utiliza este término sin entender muy bien a qué puede hacer referencia. En realidad, existen muchas formas de corrupción. Entre las más destacadas cabe mencionar el tráfico de influencias, el patrocinio, los sobornos, las extorsiones, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, la cooptación, el nepotismo y la impunidad. Todas ellas son formas muy diferentes de utilizar el poder público en aras de un beneficio propio. Pero a la que nos estamos acostumbrando últimamente y la que es en sí posiblemente la más grave es la que tiene que ver con el soborno (o cohecho). El cohecho es un delito por el cual una autoridad pública acepta un donativo o regalo por parte de alguien a cambio de realizar un acto determinado relacionado con su cargo.....

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