María R. Sahuquillo, J.A. Aunión y Amanda Mars
El País
Cinco años de recesión económica, de recortes
sociales, de sobresaltos, de incertidumbre y de malas noticias no solo socavan
los cimientos del Estado de bienestar. También están minando los nervios de la
población. El consumo
de ansiolíticos y de medicamentos para el insomnio empezó a aumentar en el
año 2000 con la normalización de su uso para procesos cotidianos de la vida.
Pero el crecimiento sostenido pegó
un claro acelerón con el inicio de la crisis. El primer año, entre 2008 y
2009, se prescribieron un 6,5% más de ansiolíticos. En 2011 (último dato
oficial), los españoles consumían un 8% más que al final de la bonanza, según
un informe de la
Agencia Española del Medicamento que muestra también que el
incremento es superior al de países del entorno como Francia o Italia. “La
crisis está teniendo un efecto en los problemas de salud mental, y hay un
riesgo claro de empeoramiento en la salud de la población general”, asegura
Fernando Benavides, presidente de la Sociedad Española
de Epidemiología.
La imagen de una persona
con los nervios rotos es la metáfora de un país modelado por los puñetazos de
la recesión. Desde aquel día en que cayó Lehman Brothers —la compañía de
servicios financieros cuya quiebra sacudió los mercados mundiales— y terminó de
estallar la burbuja inmobiliaria, España ha visto cómo se disparaban las cifras
de paro a la vez que se recortaba en gasto social —prestaciones por desempleo,
educación, sanidad, servicios sociales— de tal manera que se tardarán dos
décadas en recuperar el nivel de empleo previo a 2008, según un reciente
estudio de la consultora PricewaterhouseCoopers, y, en general, el nivel de
bienestar, según calcularon hace un año las ONG Intermón Oxfam, Médicos del
Mundo, Unicef y Cáritas. Ahora que termina 2013 y las instituciones europeas
ven ya “frágiles brotes verdes”, los primeros
síntomas de esa recuperación que se prevé lenta y penosa, toca hacer
balance de daños.
Si empezamos por el que preocupa al catedrático
Benavides —el aumento de los problemas en la salud mental—, los datos señalan
que las consultas por depresión en los centros de atención primaria aumentaron
el 19,4% entre 2007 y 2011; las visitas por síntomas relacionados con la
ansiedad generalizada, un 8,4%; por trastornos psicosomáticos, un 7,3%, y por
problemas de alcoholismo, un 4,6%, según una encuesta de la Escuela de Salud Pública y
Medicina Tropical de Londres. Ese incremento, afirma Martin McKee, uno de los
autores del estudio, tiene relación con la situación económica. “Alrededor de
un tercio de los problemas de salud mental en la población atendida por estos
desórdenes puede deberse al riesgo combinado del desempleo y las dificultades
para pagar la hipoteca”, dice. También Eudoxia Gay, presidenta de la Asociación Española
de Neuropsiquiatría, establece el nexo entre el aumento de estas patologías y
la situación del país. “Las consultas sobre estos problemas son cada vez más
habituales, pero el verdadero efecto de los problemas económicos del país en la
salud lo veremos a largo plazo”, advierte.......
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