viernes, 30 de enero de 2009

La Universidad, el Mercado y Bolonia

Isidoro Moreno - Le Monde Diplomatique
Sin duda, la Universidad necesita una importante reforma, dado su anquilosamiento burocrático, sus vicios internos y su pérdida de peso en la sociedad. Lo que ocurre es que la reestructuración emprendida basada en la Declaración de Bolonia ha ido en la dirección contraria. La Universidad debe seguir siendo un lugar de producción, transmisión, difusión y crítica del conocimiento, y no una mera fábrica de titulados con los perfiles que interesen al mercado. Es de esto, y también del nulo debate sobre el tema en las propias universidades, de lo que protestan muchos estudiantes y no pocos profesores.

En la histórica ciudad italiana de Bolonia, en 1999, los ministros de Educación de 29 países europeos firmaron una declaración en la que se comprometían a establecer un Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES) con el objetivo de hacer más competitivas nuestras universidades. A tal fin, se marcaron varios objetivos para antes de 2010: adopción de un sistema comparable de títulos para “favorecer la empleabilidad de los ciudadanos europeos”; un sistema de enseñanza basado en dos ciclos, el primero de los cuales ya daría acceso al mercado laboral; promoción de la movilidad de los estudiantes, mediante un sistema unificado de créditos (el ECTS o Sistema Europeo de Transferencia de Créditos); colaboración en la garantía de calidad con vistas al diseño de criterios y metodologías comparables; y promoción de las dimensiones europeas en la enseñanza.....

http://attacmurciaagcssspp.blogspot.com/

1 comentario:

Pepe Martínez dijo...

Es evidente que cada uno cuenta la historia conforme a sus apreciaciones, creencias y experiencias y, en lo que respecta a la formación universitaria, esta afirmación alcanza su máxima expresión. Todos los que alcanzamos una visión crítica de la universidad española tenemos claro su anquilosamiento y su disociación con la realidad social, pero no me parece que el problema sea Bolonia. Con ella o sin ella, nuestra universidad seguirá siendo la misma; su autonomía producirá los mismos reinos taifas, en la selección del profesorado se perpetuará su supuesta capacidad científica sin importar su capacidad docente, a los estudiantes se les seguirá exigiendo su dedicación exclusiva al estudio (el título y la competitividad es lo que cuenta) sin valorar su formación crítica, ciudadana, solidaria, ...
La universidad necesita un verdadero control social (que no ideológico) de sus actividades investigadoras y docentes, debe dar cuentas a la sociedad y ajustarse a sus demandas que, por supuesto, no son solo de índole laboral o mercantil. El profesorado debe tener claro que su función social básica es la excelencia docente; en definitiva, su "negocio" debe ser la formación integral del estudiante y no como ahora, que parece más centrado en una investigación sin orden ni concierto que nace de intereses privados (individuales) y no responde a las necesidades de la sociedad que lo sustenta y necesita
José Martinez