Juan Fco Martín Seco
República.com
Es sabido que Leibniz mantenía en su Teodicea una tesis muy sui
géneris: Dios ha creado el mejor mundo de todos los posibles, todas las
cosas tienen su justificación, su causa suficiente y todo mal posee su
razón de ser al estar ordenado a conseguir un bien superior. Tal vez se
encuentre aquí la explicación de que Franco tras el atentado del
presidente Carrero Blanco pronunciase aquella frase aparentemente tan
enigmática: “No hay mal que por bien no venga”.
Voltaire no participaba de una visión tan optimista y no dudó en
ridiculizarla con una novela, “Cándido”. No solo el protagonista, cuyo
nombre sirve de título a la obra, sino también el resto de sus
personajes sufren toda clase de desgracias. No obstante, todas ellas no
consiguen que el preceptor de Cándido, Pangloss (personificación de
Leibniz), cambie un ápice su tesis de que vivimos en el mejor de los
mundos posibles.
Hoy abundan también los pangloss que nos repiten por doquier que
contamos con el mejor sistema económico posible; que la globalización
maximiza las riquezas y el crecimiento económico y que la Unión Europea y
Monetaria constituye la mejor opción para las economías europeas. Bien
es verdad que esta visión idílica choca día a día con la realidad
personal de cada uno, pero, ya se sabe, esos males particulares son
simples elementos necesarios para el bien general.
Los cándidos del siglo XXI contemplan el fin de la estabilidad en el
empleo y se ven obligados a olvidar la seguridad con que contaban sus
padres de mantener el puesto de trabajo. La indemnización por despido
desaparece y los empresarios pueden rescindir los contratos laborales
sin apenas coste.....
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