Pierre Charasse
La Jornada
La crisis ucrania ha
puesto en evidencia la magnitud de la manipulación de las opiniones
occidentales por los grandes medios de comunicación televisivos, como
CNN, Foxnews, Euronews, Televisa, y la mayoría de la prensa escrita
alimentada por las agencias noticiosas. La manera en que el público
occidental está desinformado es impresionante, pese a que hay abundante
información disponible en Internet. Es muy preocupante que muchos
ciudadanos del mundo se dejen llevar por una rusofobia jamás vista, ni
en los peores momentos de la guerra fría. La imagen que nos da la maquinaria mediática es que los rusos son unos
bárbaros atrasadosfrente a los
civilizados occidentales. El importantísimo discurso de Vladimir Putin el 18 de marzo, después del referendo en Crimea, fue prácticamente boicoteado en todos los medios. En cambio, se dieron amplios espacios a las reacciones occidentales. Naturalmente, todas negativas. En este discurso, Putin explicó detalladamente que la crisis en Ucrania no fue provocada por Rusia y presentó con mucha racionalidad la posición rusa y los intereses legítimos estratégicos de su país en la era posconflicto ideológico.
Humillada por el trato que le dio Occidente a partir de 1989, Rusia
despertó con Putin y empezó a reanudar una política de gran potencia
buscando reconstruir posiciones en la línea histórica tradicional de la
Rusia zarista y después de la Unión Soviética. La geografía determina
muchas veces la estrategia. Rusia, después de haber perdido gran parte
de sus
territorios históricossegún la fórmula de Putin y de su población rusa y no rusa, se fijó como gran proyecto nacional, patriótico, recuperar su estatuto de superpotencia, de actor
global, asegurando en primer lugar la seguridad de sus fronteras terrestres y marítimas. Es precisamente lo que quiere impedir Occidente, en su visión unipolar del mundo. Como buenos ajedrecistas, Putin y su equipo tienen varias jugadas anticipadas, basadas en un conocimiento profundo de la historia, la realidad del mundo y las aspiraciones de gran parte de las poblaciones de los territorios anteriormente controlados por la ex Unión Soviética. Él conoce a la perfección las divisiones de la Unión Europea, sus debilidades, la capacidad real militar de la OTAN y el estado de las opiniones públicas occidentales, poco deseosas de aumentar los gastos militares en un periodo de recesión económica. A diferencia de la Comisión Europea, cuyo proyecto coincide con el de Estados Unidos de consolidar un bloque euroatlántico político-económico-militar, los ciudadanos europeos no quieren ampliar más la UE al este ni admitir a Ucrania, Georgia ni a ningún otro país ex soviético como nuevos socios......
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