Ignacio Sotelo
EL País
El poderío financiero necesita poca mano de obra y amenaza a la
democracia.
El lento declive del feudalismo hasta el arranque del capitalismo, que
en su primera fase llamamos comercial, dura tres siglos. La figura dominante es
el comerciante, un término que debe entenderse en un sentido muy amplio.
Incluye tanto al gran mercader que hacía negocios en países lejanos, como al
que circunscribía su actividad a una localidad, tanto al usurero de la aldea,
como al banquero que presta a monarcas, cada vez más endeudados por el costo
creciente de los ejércitos, o bien ejerce de agente de seguros con los que,
navegando a países lejanos para hacer grandes negocios arriesgan mucho. En la
categoría de comerciantes hay que incluir también a los artesanos, organizados
en gremios, y a los profesionales, médicos y juristas, que logran formar parte
del patriciado de las ciudades. Todos ellos contribuyen al proceso de
acumulación primitiva que en tres siglos —XVI al XVIII— logra el capitalismo
comercial.
Desde comienzos del siglo XIX al capitalismo comercial sigue el
industrial, fase en la que los dueños de las fábricas se hacen con el poder. Al
término del pasado milenio se inaugura una nueva etapa, la del capitalismo
financiero: las grandes corporaciones financieras controlan gran parte de la
economía productiva, siendo el nuevo grupo dominante el que administra los
ahorros de millones de inversores.
En cada una de estas tres etapas de capitalismo comercial, industrial y
financiero, no desaparecen las formaciones anteriores, sino que conviven,
supeditadas a la dominante en cada etapa. En el industrial el comercio continúa
diversificándose, y en el financiero no desaparecen comercio, ni industria,
aunque sometidos al nuevo poder financiero.....
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