miércoles, 28 de abril de 2010

La probeta de Frankenstein

Joaquín EstefaníaEl País

A mitad de la semana pasada los analistas sufrían una especie de ducha escocesa: mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticaba para el conjunto del mundo una especie de poscrisis, con tasas de crecimiento superiores a las previstas hace unos meses, Grecia sufría un jueves negro en la financiación de su deuda soberana, arrastraba a otras economías de la Unión Europea (UE) y ponía en cuestión los mecanismos de funcionamiento de la eurozona.

Por cercanía nos interesa más lo último que la mejora de la coyuntura en EE UU o Asia. Para el futuro inmediato del euro es central lo que ocurra en Grecia y la capacidad de contagio sobre el resto. La secuencia fue la siguiente: la oficina de estadísticas de la UE advirtió, por tercera vez, que el déficit público de Grecia (13,6%) es superior al conocido y se reservaba una cuarta revisión en espera de más información; inmediatamente reaccionaron los mercados y el precio de colocar la deuda pública helena superó los dos dígitos, con lo que todos los sacrificios puestos en marcha por su Gobierno para ajustar la economía habrán de dedicarse al pago de la deuda a los bancos, lo que tiene difícil justificación ciudadana. El tercer paso fue que el primer ministro, Yorgos Papandreu, pidió públicamente la activación del mecanismo de ayuda decidido por los jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo a finales de marzo, consistente en un paquete de créditos por valor de 45.000 millones de euros....

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