miércoles, 19 de octubre de 2011

Las alternativas de los tiempos que están cambiando

Daniel Raventós
Sin Permiso

Lucha de clases. Con intenciones muy diversas, il va de soi, ya todo el mundo (casi todo el mundo, tampoco hay que exagerar) se apunta a llamar al pan, pan y al vino, vino. Economistas, sociólogos, politólogos, periodistas… que hace pocos meses, pocos años, consideraban definitivamente demodé no ya la existencia de la lucha de clases sino la realidad de las clases mismas, ahora ven bien clara la montaña que tienen ante sus ojos. Claro que siempre puede encontrarse académicos que consideran que es mejor obviar la montaña ante sus narices y refugiarse en el sofisticado y poco comprometedor "imaginemos que…" (y aquí puede apuntarse cualquier situación superferolítica que jamás se dará en un mundo habitado por el Homo sapiens).

Quizás lo que llevó a confundir a más de uno y de dos, fue que debían imaginar que la lucha de clases tenía lugar básicamente en los momentos en que la clase obrera (o clases trabajadoras en general) luchaba más o menos ofensivamente. Lo que hemos experimentado a lo largo de al menos los últimos 35-40 años es justamente lo contrario a esta lucha ofensiva de las clases trabajadoras: quien ha estado a la ofensiva de forma decidida, clara y constante ha sido la clase de los súper ricos.  Pongamos, aunque seguramente es hacer demasiado grande la proporción, que estamos hablando del 1% de la población, el más rico. Bien es cierto que las clases trabajadoras se han resistido mal que bien, ¿qué es lo que está haciendo la población griega si no una resistencia heroica al saqueo a que está siendo sometida por parte de la gran banca, la UE, el FMI y su propio gobierno? Para que este 1% (o menos) más rico salga exitoso de sus acometidas, precisa, claro está, de la completa colaboración de los gobiernos. No es por sus méritos que la mayor parte de este grupito son ricos, especialmente si el criterio lo marcan los resultados empresariales conseguidos. Solamente están dispuestos a continuar con la cantinela de la justicia meritocrática debida a la innovación, y vaya usted a saber qué patochadas más, que soñadoramente aporta este 1%, algunos sicofantes y otros personajes delirantes instalados en Babia. Aunque influyentes en algunos casos, sin duda.....


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