lunes, 6 de agosto de 2012

La economía política de los señoritos y la transición de España al subdesarrollo

Manolo Monereo
Rebelión
 
La sucesión vertiginosa de malos acontecimientos nos está impidiendo pensar las mutaciones que se están produciendo en las estructuras productivas, en el sistema financiero, en la composición de clases y en el marco institucional y cultural de nuestro país. Las crisis capitalistas no son nunca una parálisis o un derrumbe sin más; cada crisis es el inicio de profundas reestructuraciones, de cambios fundamentales. El problema es, como decía el viejo poeta, no confundir las voces con los ecos e intentar percibir las tendencias de fondo, sabiendo que “la salida a la crisis” va a marcar a nuestro país durante generaciones. 
 
Para comenzar, hay que partir de tres datos que me parecen especialmente significativos: 
 
El primero, las declaraciones de Draghi. Según nos dicen las crónicas, han sido 16 palabras para decir que el Banco Central hará todo lo necesario para sostener al euro y que las medidas que se tomarán serán suficientes. No ha dicho más. De golpe, todo cambió, la prima de riesgo cayó y las bolsas obtuvieron avances muy significativos. Esta intervención del antiguo empleado de Goldman Sachs demuestra, al menos tres cosas: a) que la especulación es la que gobierna hoy la economía del mundo; b) que hay soluciones “técnicas” que podrían desactivarla sustancialmente; c) el enorme poder de un señor que, por definición, no depende de ningún poder democráticamente constituido y que se convierte en “el señor del dinero”, en un dictador omnímodo sobre nuestras vidas. 
 
El segundo, la dramática cifra del desempleo en España. La EPA del segundo trimestre nos dice que ya llegamos a casi 5.700.000 parados y que las previsiones apuntan a alcanzar los 6 millones al final de este año. El paro juvenil alcanza cifras trágicas: más del 53%. Más de 1.700.000 hogares tienen a todos sus miembros desempleados y casi el 44% de todos los parados son ya de larga duración. Obviamente, detrás de estos datos aparecen las primeras consecuencias de la reforma laboral. Es los que se llama la “devaluación interna”: un conjunto de drásticas medidas para disminuir los salarios reales, reducir la capacidad contractual de los trabajadores y anular el ya escaso poder de los sindicatos.....
 
 

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