miércoles, 6 de noviembre de 2013

Crecimiento y el código genético del capitalismo

Alejandro Nadal
La Jornada
 
La expansión de plantaciones de palma de aceite (Elaeis guineensis) desde el sudeste asiático hasta inmensas regiones de África es una de las causas más poderosas de destrucción de bosques tropicales en el mundo. Cada año miles de hectáreas de bosque son convertidas a la producción de palma. Biólogos y ecólogos tienen razón en estar preocupados y en clamar por un cambio en este proceso. Pero algo falta en su análisis.
 
Normalmente se proponen cambios en dos vertientes. Por un lado se sugiere la necesidad de detener o aminorar el crecimiento económico, como si se tratara de una manía, una moda o una obsesión. Por el otro, se exhorta a reducir el impacto sobre la biodiversidad a través de mejores prácticas de manejo de recursos, mejores tecnologías o por medio de mayores niveles de reciclaje y manejo de desechos. ¿Será ésta la solución a largo plazo?
 
Hoy sabemos que ni el cambio tecnológico, ni los diferentes esquemas de regulación y certificación, han frenado la destrucción de biodiversidad. Por ejemplo, en 2001 se estableció un régimen de regulación para la producción de palma de aceite: la Mesa redonda para la palma de aceite sustentable (RSPO) que tenía por objeto fijar lineamientos técnicos para la producción sustentable de palma. Entre las empresas que acordaron seguir estos principios se encuentran Nestlé, Unilever, Cadbury, Cargill y Archer Daniels (empresas responsables de 45 por ciento del comercio mundial de aceite de palma). ¿Qué tanto han cambiado las cosas?.....
 
 

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