Alejandro Nadal
La Jornada
En los últimos meses se
ha instalado una sensación peculiar sobre la crisis en Europa. A pesar
de los terribles niveles de desempleo, del desplome en la demanda
agregada y de tasas de crecimiento anémicas en los países de la
eurozona, ahora predomina la impresión de que ha entrado en una fase de
recuperación. Tal parecería que el neoliberalismo merece salvarse: sus
recetas frente a la crisis han tenido buen resultado.
Por todos lados aparecen
señalesde que lo peor de la crisis pasó. El indicador más socorrido es la reducción del superávit primario (gasto público sin contar las cargas financieras) en casi todos los países miembros de la zona euro. En el caso de Grecia e Italia hasta se tiene una proyección para 2014 de un superávit primario equivalente a 2.35 por ciento del PIB.
Otro resultado que es exhibido como prueba de la recuperación es el
de la estabilidad de los mercados financieros. Se dice que ésta es el
principal resultado de la decisión del BCE de intervenir en la compra de
bonos en el mercado secundario desde 2011. Pero el indicador que se
considera más robusto es el del crecimiento. Según los pronósticos de la
Comisión Europea los países de la eurozona mostrarán un crecimiento
agregado de 1.1 por ciento en 2014 (después de caer 0.4 por ciento en
2013).
El corolario de este conjunto de
buenosresultados es que las recetas impuestas por la troika (Bruselas, el FMI y el Banco Central Europeo). Es decir, la austeridad y la condicionalidad sí funcionan, como dice Ollie Rehn, comisionado europeo de asuntos económicos y monetarios.......
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