La cumbre del G8 en L’Aquila marca su regreso a territorio berlusconiano siete años después de la cumbre de Génova en julio de 2001, donde se escribió una de las páginas más significativas en la trayectoria del movimiento altermundialista. Hoy, fruto de las nuevas configuraciones económicas y geopolíticas, el G8 ha cedido protagonismo al G20 en los intentos de gestión de la crisis sistémica global por parte de los principales Estados. Pero no por ello deja de ser importante continuar denunciando sus políticas como están haciendo ya miles de personas en Italia.
Las jornadas de Génova fueron el momento cumbre de la fase de crecimiento lineal del movimiento altermundialista después del Encuentro Ministerial de la OMC en noviembre de 1999 en Seattle que representó el inicio de un nuevo ciclo internacional de movilizaciones. Génova llegó poco después de la celebración del primer Foro Social Mundial de Porto Alegre, en enero de 2001, bajo la hoy ya famosa consigna de “otro mundo es posible”.
Los acontecimientos en esta ciudad italiana atrajeron la atención de millones de personas y de múltiples movimientos y luchas sociales de todo el planeta que se sintieron identificados con el mensaje de crítica radical a la globalización capitalista de unas protestas que vivieron como propias. Las masividad de las mismas, su radicalidad y el elevado nivel de confrontación entre los manifestantes y el poder marcaron la dinámica de unos días decisivos, donde el tiempo histórico pareció acelerarse de forma muy intensa.....
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