No es fruto de casuales ciclos económicos. La deuda externa, soportada por algunos pueblos es un instrumento de dominación.
Hoy no resulta creíble, ni honrado, engañarse con la injusticia que supone un mundo partido en dos, en el que unos soportan el bienestar de otros sufriendo enfermedades, hambre y la destrucción de su ecosistema.
La falta de futuro de unos ha sido diseñada concienzudamente para beneficiar a otros. La realidad de la globalización anula en ese proyecto la realidad del hombre. Reconozcamos que en el desarrollo de la mundialización cuentan cada día menos sus ciudadanos.
Es la compulsiva carrera por la acumulación, a la que es ajena un mínimo criterio de equidad. Sólo así se explica el que, en un mundo en el que cada día existe más riqueza, la pobreza ahoga cada día a más pueblos. Estos no mueren por falta de recursos, sino por ausencia de justicia....
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