domingo, 24 de junio de 2012

Crisis del pensamiento

Antonio José Gil Padilla
Rebelión
 
Con frecuencia me pregunto quién o quiénes de los que formamos parte de las generaciones que convivimos ahora pasarán a la historia del pensamiento, al estilo de los pensadores que, antes o después, han adquirido fama, aunque nunca sabremos si fueron los mejores. El poder y, tal vez, la casualidad hayan jugado un papel determinante en esa selección. Una especie como la nuestra, con una inevitable inclinación a la simplificación, ha acuñado el término “intelectual” para referirse a los que por su esfuerzo, por los servicios prestados a los que mandan o por el azar, adquieren o han adquirido esa fama. En unas sociedades en la que todo se compra y se vende es difícil discernir cuáles son los verdaderos motivos por los que hemos conocido la obra de Platón, de Kant, de Descartes, de K. Marx o de E. Fromm, por poner algunos ejemplos. 
 
En una afirmación simplista, cierto día escuché decir, en el uso de esa tendencia a la reducción, que una persona adquiere la condición de “intelectual” cuando ha elaborado una obra y ese trabajo es socialmente reconocido. A mi entender, se le olvidaba lo fundamental, es decir, que esa obra debe incorporar elementos renovadores, por no tildarlos con mayor precisión como revolucionarios. De esa manera, Marx en su obra “Las tesis sobre Feuerbach” desmonta la concepción del materialismo de este último, dando un giro trascendental en el terreno de las ideas.
 
El pensamiento es pieza clave en cualquiera de los acontecimientos que han supuesto un avance en la trayectoria de la humanidad. F. Engels afirma que “en la Alemania del siglo XIX, la revolución filosófica fue el preludio de la política”. Por lo general, los cambios socioeconómicos han estado precedidos de un debate entre defensores de unas ideas conservadoras y las de otros que han roto con lo establecido hasta entonces.....
 
 

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