sábado, 20 de octubre de 2012

Ricos y obcecados

Alberto Rabilotta
ALAI 
 
Aleluya, el semanario The Economist, admite que la desigualdad alcanzó un nivel que puede entrabar el crecimiento (1), una conclusión a la que muchos llegaron hace largo tiempo, como señala la columnista canadiense Carol Goar (Venerable Economist sounds alarm over growing inequality, Toronto Star del 18 de octubre).
 
Pero esa Biblia del capitalismo desde 1843 afirma, sin sonrojarse, que la historia no provee respuestas a las actuales disparidades de riquezas entre ese 1.0 por ciento y el 99 por ciento de la población, una advertencia destinada a justificar “cambios” que permitan mantener el estatus quo.
 
Las “respuestas” que el informe de The Economist provee son una ensalada de medidas de sentido común -reclamadas sin ningún éxito por economistas que tienen algún sentido de la historia y saben cual fue el remedio a la Gran Depresión-, como reducir la talla de los grandes bancos de depósito e inversiones para evitar que tengan que ser rescatados a cualquier precio en caso de crisis financiera, pero en el contexto la continuación de las políticas de ajustes estructurales, o sea las políticas de austeridad que la oligarquía rentista hace aplicar en prácticamente todos los países del “capitalismo avanzado”.
 
Y también, por el instinto de clase que le lleva a querer destruir cualquier organización de los trabajadores, The Economist propone desmantelar los sindicatos de maestros para poder “diversificar” la educación, y de paso aumentar fuertemente la edad de retiro, lo que me recuerda al ex Secretario general de la OCDE Donald Johnston, quien a comienzos de este siglo y en un seminario en la Conferencia de Montreal proponía elevar a 70 años la edad de retiro de todos los trabajadores, incluyendo a los que trabajan en la construcción o la minería, algo que en ese instante parecía una exageración y que hoy está convirtiéndose en realidad en los países del capitalismo avanzado......
 
 

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