domingo, 8 de mayo de 2011

Revoluciones e inmigración

Sami Nair
El Pais


La Comisión de Bruselas acaba de aceptar revisar las reglas del espacio de Schengen para la libertad de circulación dentro de la Unión Europea. La danza del vientre a la que se han entregado Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi en lo que respecta a la "invasión" de los inmigrantes tunecinos desde hace cuatro meses tiene algo que ver con eso. No merece que nos detengamos en ella, de tan escandalosa que es desde el punto de vista político y humano. El cambio revolucionario en Túnez como en Libia provoca efectivamente la huida de las poblaciones. Hay aquí dos cuestiones estrechamente relacionadas: la del derecho de asilo y la de la inmigración de trabajo. Pero esta "invasión" no va precisamente en el sentido que se dice: más de 650.000 personas han huido de Libia; si sigue el conflicto, se esperan más de un millón de personas de aquí al verano. Túnez, que ahora está implicada en la guerra por Gadafi, ya ha recibido más de 500.000 refugiados por una población de 10,2 millones de habitantes y un PIB en caída desde la revolución, una tasa de desempleo superior al 30%, una situación de decrecimiento grave y una inestabilidad en cuanto a la seguridad peligrosa para la democracia naciente. Europa, con una población que supera los 520 millones de habitantes, un PIB 10 veces superior al de los países de la ribera sur del Mediterráneo, ha tenido que gestionar, aunque por supuesto en el estruendo mediático y los resabios de racismo de Estado... ¡26.000 tunecinos! .....

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