jueves, 3 de mayo de 2012

La desastrosa situación económica actual se debe fundamentalmente al disparatado diseño de la Unión Europea

Eduardo Garzón
Saque de Esquina.
 
La imagen que se le ha dado siempre al fenómeno de integración europea ha sido fantástica. Y es cierto que en sus orígenes –allá por los años 50 y 60– no había espacio para pensar algo diferente. Con aquel proceso se pretendía acercar a los países europeos que siempre habían estado enfrentados y así terminar de una vez por todas con sus continuos conflictos bélicos. Con respecto a esto la historia ha demostrado que el proyecto comunitario ha sido un éxito innegable: aquellas guerras libradas entre las naciones europeas más poderosas para controlar los recursos del continente llegaron definitivamente a su fin. Sin embargo, en relación a otros objetivos no se puede decir que la Unión Europea haya sido un éxito, sino justamente todo lo contrario: un estrepitoso fracaso.
El proyecto de la entonces Comunidad Económica Europea no solo decía pretender la paz en Europa, sino también una serie de logros muy ambiciosos. Estos son: libre comercio intracomunitario de bienes, servicios y capitales; estabilidad financiera; proyecto político común; libre movilidad de las personas, política de cohesión regional mediante solidaridad; política social común; ayuda humanitaria a otras regiones menos desarrolladas, etc. Pues bien, salvo el primer objetivo que se ha comentado (libre comercio intracomunitario de bienes, servicios y capitales), el resto ha resultado ser un cúmulo de florituras para adornar y dar color al proyecto europeo. Por muy buenas que fueran las intenciones de algunos dirigentes europeos, con un escueto y triste presupuesto común del 2% no se puede hacer prácticamente nada (especialmente en los proyectos que más financiación requieren como los relacionados con la política social o la política de cohesión)......
 
 

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