La mala conciencia de un mundo que no quería verse reflejado en los campos de concentración, en la tortura o las cámaras de gas, llevó por el sendero de redactar un decálogo de la dignidad humana. El tribunal de Nuremberg sintetizó el camino que seguirá la redacción de la carta de los derechos humanos. Sin embargo, las buenas intenciones han quedado presas de la dinámica de un orden político, de un sistema de dominio y explotación donde es inviable ponerlos en práctica, ya sea en su vertiente social, política, cultural y económica. Es la gran paradoja. Derechos virtuales, no reales. Como señalaba Durkheim, trate usted de ejercer la libertad y será reprimido. Mutatis mutandi demande la práctica de los derechos humanos y terminará, en el mejor de los casos, acusado de alterar el orden, y si reincide pasará a la cárcel, considerado un antisistema, pudiendo sufrir torturas o considerado un problema, remitirle al exilio....
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