jueves, 8 de marzo de 2012

Asistimos a un golpe de Estado global

Pedro Luis Angosto
Rebelión
 
El 25 de octubre de 1929, la Bolsa de Nueva York saltaba por los aires provocando la mayor crisis capitalista hasta entonces conocida. Herbert C. Hoover, de ingrato recuerdo, presidía Estados Unidos, que todavía no era la primera potencia mundial. Hoover, hombre hecho a sí mismo según los cánones y métodos de los que triunfan en esa nación individualista y gremial, se negó a elaborar un plan que sirviese para paliar los sufrimientos de millones y millones de norteamericanos que de la noche a la mañana se vieron sin trabajo y sin nada que comer. Providencialista, pensaba que la caridad y la bondad de los buenos yanquis serían más que suficientes para dar un plato de sopa a los miserables y que, en cualquier caso, era la voluntad de Dios, algo que los hombres tenían que aceptar sin rechistar. La crisis se agravó y se extendió a todo el mundo sin que el Sr. Hoover fuese capaz de mover un dedo por su pueblo: Ya volverían las aguas a su cauce aunque entremedias se llevasen por delante la vida de una multitud de inocentes. Al fin y al cabo vivía en una nación que se había formado a tiro limpio siguiendo los ejemplos del Antiguo Testamento y del Código de Hammurabi.

La situación era desesperada cuando en 1932 Franklin Delano Roosevelt ganó las elecciones presidenciales. Después de una grave enfermedad que le tuvo apartado de la política, Roosevelt llegó al poder con un mensaje regenerador que pondría en marcha todas las potencialidades del país para profundizar en la democracia, limar desigualdades y dar trabajo al mayor número posible de personas: “Si la mitad de los norteamericanos –dijo- se tienen que dedicar a enterrar botellas de coca-cola y la otra mitad a desenterrarlas, lo haremos…”. Infraestructuras hidráulicas como las creadas por la Autoridad del Tenesse, autopistas, escuelas, bibliotecas, agencias de desarrollo, subsidios a parados, enfermos y ancianos formaron parte de un proyecto planificado –al que algunos tildaron de socialista- encaminado a sacar al país de una de las coyunturas más graves de su historia. Estados Unidos no desapareció como nación en aquellos años gracias a la acción decidida de unos hombres que vieron en la profundización de la democracia –todavía no existía eso que después se llamó Estado del bienestar- la mejor receta para vencer a la crisis y encontrar el camino del progreso.....
 

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