Mientras la crisis del capitalismo se profundiza y los futuribles auguran el mantenimiento de las tendencias negativas, la izquierda institucional hace mutis por el foro. O mejor dicho, sigue las pautas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y se pliega a sus designios. Nada nuevo bajo el sol. Su posición es coadyuvar a los grandes grupos empresariales a salir fortalecido tras la que consideramos una crisis estructural y orgánica. Parece ser que no hay manera de romper las ataduras de un orden opresor fundado en la explotación del hombre por el hombre.
Entre más doy vueltas a los porqué de tal situación más concluyo en ver las afinidades entre los dirigentes liberales y las expectativas defendidas por la elite dirigente de la izquierda institucional o socialdemócrata, como quiera adjetivársela. Y no me caigo del guindo ahora. Tampoco se trata de haber sido ingenuo y pedirle peras al olmo. Sabía lo que representaban, sólo que no deja de impresionarme su camaleónica capacidad de mutar a la derecha. Sus planteamientos son similares, sólo le separan matices. Quienes se autocalifican como izquierda progresista, responsable y de orden, sientan las bases diferenciales con la derecha en el campo de los sentimientos, las emociones o como hoy sucede con la nueva cocina en las sensaciones y los aromas reconstruidos bajo fórmulas químicas que alteran el valor mismo del acto culinario de la buena mesa....
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