Europa nunca ha sido un proyecto integrado por las poblaciones europeas en su identidad profunda. Para las clases dirigentes, la construcción europea ha significado una extensión de sus intereses económicos con la conquista de un vasto mercado libre y solvente y, de paso, un medio con el que los modelos sociales del siglo pasado podían ser (y lo fueron) cuestionados. Para las nuevas clases medias, que fueron el auténtico vector de la idea de Europa, ésta ha desempeñado un papel de cómodo sustituto de las ideologías de futuro, más o menos socialistas, que obstruían el campo político desde principios de siglo XX. En cambio, para las clases populares, Europa no ha representado ni un destino, ni tampoco un proyecto movilizador. Su bajo nivel de participación en las elecciones europeas desde que se instauró el sufragio universal es una prueba elocuente de ello en toda Europa.
La impotencia de Europa ante la crisis deslegitima la construcción europea ante las capas populares.....
No hay comentarios:
Publicar un comentario