martes, 10 de enero de 2012

Trabajo, consumo y rebeldía cotidiana

Albert Sales i Campos
+Arguments?

Hace unos días leí un post sobre un libro publicado por una mujer australiana que había trabajado durante años cuidando enfermos a punto de morir. "Regrets of the Dying" recoge reflexiones sobre los cinco arrepentimientos más repetidos por las personas que ha acompañado en sus últimos días. La autora asegura que es habitual, sobretodo entre los hombres, lamentar haber trabajado tan duro y no haber podido pasar más tiempo con las personas queridas.

En estos tiempos en que las personas "laboralmente desempleadas" son tantas, y en que muchas de las que tienen la suerte de ser "ocupadas" trabajan muchas más horas de las que desearían en empleos precarios y alienadores, no hay que estar al final de la vida para sentir la frustración en la propia piel. Hemos aprendido muy bien la lección sin cuestionarnos su el contenido. El hombre postmoderno debe llevar el pan a casa en forma de salario y compartir las tareas del hogar con una mujer posmoderna que debe compaginar a la perfección su carrera profesional con la maternidad y la vida familiar. Todo ello para reunir poco más de un par de miles de euros al mes que deben permitir a la afortunada familia posmoderna pagar la hipoteca, tener un buen coche, llevar los niños a la escuela concertada, ir de compras los sábados por la tarde, y salir con los amigos y amigas pagando unA canguro. Las personas de bien tienen que trabajar duro para conseguir dinero, para disfrutar de reconocimiento social, para ser buenos y buenas profesionales y para dar todo lo necesario a sus hijos e hijas....

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