En gran número de análisis de las posturas mostradas por los distintos dirigentes que participaron en la última reunión del G-20 se han resaltado las diferencias existentes entre las propuestas realizadas por el Presidente Obama de EE.UU., favorables a las políticas expansivas de gasto público, y las realizadas por el eje Alemania-Francia, representadas por la Canciller Merkel de Alemania, y el Presidente Sarkozy de Francia, que se opusieron a la propuesta de expansión de tal gasto. Uno de los argumentos aducidos por estos dos últimos gobernantes es que tal expansión incrementaría el déficit público de la mayoría de países de la Unión Europea, que según ordena el Pacto de Estabilidad, no debe sobrepasar el 3% de PIB. Esta postura ha regido el consenso de Bruselas que ha dictado las políticas económicas y fiscales durante estos años de construcción de la Unión Europea.
Este consenso es la versión europea del consenso liberal de Washington, que era hasta hace poco, el acuerdo existente en los establishments políticos, económicos y financieros del gobierno federal de EE.UU. (y de las instituciones afines a tal gobierno, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) sobre la necesidad de promover políticas liberales (como la desregulación de los mercados laborales y financieros, la reducción del gasto público, la disminución de los impuestos y aumento de su regresividad), con el objetivo de disminuir el papel del Estado en las esferas económicas y financieras.....
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