Jeffrey D. Sachs
Fuente: Informe Uruguay
Muchos conflictos tienen su origen en la escasez de agua, o se ven agravados por ella. Desde Chad a Darfur, Sudán, el Desierto de Ogaden en Etiopía, Somalia y sus piratas, y en áreas de Yemen, Irak, Pakistán y Afganistán, ocurren en un gran arco de tierras áridas donde la escasez hídrica está produciendo malas cosechas, muerte del ganado, extrema pobreza, y desesperación.
Los grupos extremistas, como los talibanes, encuentran amplias posibilidades de captación de adeptos en esas comunidades empobrecidas. Los gobiernos pierden su legitimidad cuando no pueden garantizar las necesidades más básicas de sus pueblos: agua potable, cultivos de alimentos básicos, y forraje y agua para los rebaños de los que dependen para sus precarios medios de sustento.
Los políticos, diplomáticos y generales de países que sufren estos conflictos suelen tratar estas crisis como lo haría con cualquier otro reto político o militar. Movilizan ejércitos, organizan facciones políticas, combaten a los caudillos locales o intentan forcejear con el extremismo religioso.....
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