Mientras Tanto
Qué es y por qué necesitamos una
fiscalidad ecológica
El presente artículo es el
primero de una serie que mientrastanto.e irá publicando en los próximos meses y
en los que nuestro colaborador Miguel Ángel Mayo analizará en profundidad un
tema que consideramos importante y de estricta actualidad: la fiscalidad
ecológica.
* * *
“La fiscalidad ambiental es un
instrumento para incentivar cambios de comportamiento.” Esta es la primera
frase que debería aparecer en cualquier artículo relacionado con la tributación
ecológica. Un tipo de fiscalidad, pues, que debe minimizar la idea de impuesto
y maximizar la idea de finalidad.
El camino es claro: los impuestos
ambientales, así como una eficaz reforma ecológica del resto de la fiscalidad,
han de ser un instrumento hacia la sostenibilidad ambiental de nuestra
sociedad. En efecto, estos impuestos deben contribuir a la puesta en práctica
del principio “el que contamina, paga”, y a la armonización de las políticas
económicas y ambientales. La nueva política fiscal ecológica ha de tener como
objetivos avanzar hacia la equidad y la sostenibilidad, redistribuir la renta a
favor de los más pobres, penalizar las actividades más insostenibles y promover
nuevos sectores más intensivos en empleo y más sostenibles como la eficiencia
energética, las energías renovables, el transporte público, el reciclaje, la
educación, la sanidad y una nueva cultura del agua. En suma, una reforma fiscal
ecológica bien concebida debe servir para aumentar el empleo y reducir el
consumo de energía y recursos naturales. Sobre estos pilares (y dejando ahora
al margen problemas como el afán recaudatorio, las injerencias política, el
fraude de ley y, sobre todo, las conductas destinadas a aprovechar la normativa
ecológica en beneficio propio), tenemos que rediseñar la fiscalidad ecológica. O,
lo que es lo mismo, “los impuestos del futuro”.....
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