Pedro Ramiro
La Marea
Comenzamos el año desayunando con una noticia que ocupaba portadas y
grandes titulares en los principales medios de comunicación españoles:
Sacyr paraliza las obras del Canal de Panamá. En los días siguientes,
hemos podido ver cómo se han ido sucediendo los comunicados de prensa
cruzados, el viaje de la ministra de Fomento para mediar con el gobierno
de Panamá a favor de la empresa, las contraofertas de ambas partes para
renegociar el contrato, las referencias a cómo afecta este caso a la marca España… Pero lo que está ocurriendo con Sacyr en Panamá, en realidad, no es sino un nuevo ejemplo del modus operandi habitual de las multinacionales españolas en su expansión internacional.
El caso es que, para terminar la ampliación del canal, el consorcio empresarial liderado por la constructora española
ha exigido al gobierno panameño que antes del 21 de enero efectúe un
desembolso adicional de 1.600 millones de dólares, lo que significa un
50% de sobrecoste respecto al presupuesto inicial, justificando esa
petición en los “eventos imprevistos que se han presentado en la obra”.
La Autoridad del Canal de Panamá,
por su parte, se ha remitido al acuerdo firmado en 2009 y rechaza la
petición de las constructoras, ya que piensa que su “único propósito es
forzar a la organización a negociar fuera de los términos establecidos
en el contrato”. Y de hecho, negociando están: “Las obras van a seguir, solo contemplamos el escenario de un acuerdo”, decía el presidente de Sacyr.
Como ocurre cada vez que se producen conflictos que pueden poner en
riesgo los intereses de “nuestras empresas” en otros países, el gobierno
español ha reaccionado con rapidez para salvaguardar los negocios de
estas compañías. La ministra Ana Pastor ha declarado que este caso no
compromete la imagen de la marca España y que las empresas españolas tienen un prestigio “que no es por casualidad”. Sin embargo, a medida que se van conociendo más datos sobre el caso y los distintos actores implicados van modulando sus posiciones iniciales de cara a buscar una salida negociada, parece claro que los puntos clave de este caso nos remiten a los elementos centrales de la marca España
realmente existente: apoyos públicos para intereses privados,
“contabilidad creativa” y opacidad de las prácticas empresariales, “puertas giratorias” y alianzas público-privadas, evasión de impuestos y cuentas en paraísos fiscales......
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