lunes, 20 de enero de 2014

Lo mismo y desigual

León Bendesky
La Jornada
 
Es propio del capitalismo actual que mientras avanza la igualdad en los patrones de consumo en el mundo: tipo de productos, mismas tiendas, gustos, formas de comunicación y aspiraciones, avanza la desigualdad al interior de las sociedades. La discusión sobre la desigualdad es hoy tema común en la política, la academia y los análisis en los medios. Ignorarla parece asunto de amnesia fingida o, simplemente, cosa vulgar.
 
La cuestión es independiente del hecho de que para mucha gente en todo el globo la situación del consumo y su efecto cotidiano ha mejorado notablemente con respecto a hace apenas poco más de cien años, por ejemplo. Pero la desigualdad no se suprime, aunque puede abatirse durante ciertos periodos, como ocurrió tras la Gran Depresión de 1929 y luego con la destrucción material de la Segunda Guerra Mundial. Es cíclica y para muchos la pobreza, aun en grado extremo, sigue siendo la norma.
 
Hoy, el fenómeno ha retornado con fuerza, sobre todo la crisis financiera de 2008, la fuerte recesión productiva, la pérdida de empleos y las medidas de austeridad en los países más ricos.
 
Los ángulos de esta cuestión y la manera en que se enfrenta en el discurso, las teorías y las políticas públicas son muy diversos. En el siglo XVIII cuando Adam Smith postulaba las virtudes del mercado para generar riqueza en medio de la incipiente revolución industrial no dejaba de apreciar los diversos mecanismos que podrían prevenir la distribución de los rendimientos del crecimiento. Para David Ricardo la distribución era un aspecto clave de las posibilidades de la acumulación y contrarrestar el estancamiento, y Marx llevó las contradicciones inherentes de estos procesos a sus consecuencias últimas: la misma destrucción del sistema.....
 
 

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