En los últimos tiempos se viene afirmando que la “salida de la crisis” exige un relanzamiento masivo del consumo. Siguiendo este objetivo se han hecho insistentes llamadas y se han aplicado medidas para conseguirlo. Sin embargo, este empeño de relanzar el consumo hace aflorar las inconsistencias propias de los enfoques habituales.
En primer lugar subraya errores de diagnóstico. No me cansaré de insistir en que la crisis actual no procede de una debilidad del consumo, sino del pinchazo de una enorme burbuja inmobiliario-financiera, siendo la caída del consumo la consecuencia última de este pinchazo. Al igual que las revalorizaciones patrimoniales incentivaron el consumo durante el auge a través del llamado “efecto riqueza”, ahora lo deprimen durante el declive. Pues mientras la caída de las cotizaciones bursátiles e inmobiliarias ha recortado la riqueza de los hogares, su endeudamiento permanece y sus obligaciones de pago se hacen más gravosas con la reducción de la actividad económica y el aumento del paro.....
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