La Jornada
El capitalismo se nutre
de empleo asalariado y declara su guerra sin cuartel a las formas de
vida que no le están sometidas. Cualquier figura existencial que no esté
sometida a las necesidades de valorización del capital es un espacio
que debe ser conquistado. El capital nunca ha respetado la noción de
formas de vida como un modo alternativo de existencia y desarrollo. Para
el capitalismo, cualquier forma de vida no es más que un espacio de
rentabilidad y debe ser primero conquistada y después sometida al
proceso de valorización (o, si se prefiere, a un proceso de
explotación).
Hace aproximadamente 30 años la economía mundial abandonó el esquema
del Estado de bienestar y lo remplazó con el capitalismo de mercado
libre. La historia de las fuerzas que motivaron esa transición es
compleja, pero para 1984 la decisión ya había sido tomada y el viraje
estratégico ya había comenzado. Los poderes establecidos justificaron
esta transformación con una promesa de prosperidad y eso suponía dos
cosas: una adecuada creación de empleos de buena calidad y una reducción
sistemática de la desigualdad. Ninguno de estos objetivos ha sido
alcanzado.
Hoy la economía mundial sufre una crisis de empleo y de formas de
vida. El mercado laboral a escala mundial ofrece un panorama desolador y
el desarrollo de formas de vida alternativas (por ejemplo, en la
agricultura de pequeña escala) se encuentra sometido a un ataque
despiadado. Basta observar lo que ha sucedido en el llamado mercado
laboral mundial. La generación de empleos bien remunerados en las
últimas tres décadas ha sido débil y se concentró en los más altos
puestos directivos. En contraste, la mayor parte de los nuevos puestos
de trabajo perciben bajos salarios y las clases medias han sido
comprimidas. La incertidumbre que rodea a los empleos mal remunerados es
un mal crónico.......
No hay comentarios:
Publicar un comentario