Joaquín Estefanía
El País
A 100 días de cerrar esta legislatura europea se puede hacer un 
balance de los principales aspectos que tendrán que mejorar después de 
las elecciones del 25 de mayo, que darán lugar a un nuevo Parlamento 
(PE) y a una nueva Comisión (CE). Hay dos experimentos, por encima de 
los demás, que no han funcionado, lo que se ha hecho muy visible en 
momentos de gran recesión: primero, una unión monetaria sin prestamista 
de última instancia y sin transferencias entre países, lo que ya era 
insólito en la historia mundial de estas experiencias; y segundo, un 
mercado único sin armonización fiscal y laboral. Ambas circunstancias 
han devenido en debilidades estructurales del proceso europeo en tiempos
 de crisis, y la ciudadanía las ha padecido en forma de falta de 
resultados de las políticas económicas aplicadas.
El actual PE, que transformará su composición en tres meses, tiene 
dos comisiones estudiando lo sucedido en los países intervenidos desde 
el año 2010 (Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre). La primera, la 
Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, ya ha hecho público su trabajo, y
 en él se concluye que las políticas aplicadas por la troika (Comisión 
Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) han 
contribuido a deteriorar los niveles de bienestar de los cuatro países, y
 que las medidas se elaboraron sin una valoración suficiente de sus 
consecuencias. La cuestión, ahora, es quién ha de pagar las 
responsabilidades del daño causado a las poblaciones escarnecidas. El 
eurodiputado socialista español Alejandro Cercas (que previsiblemente no
 repetirá en la próxima legislatura del PE) lo argumentaba así: “Podían 
haber actuado como cirujanos y lo han hecho como carniceros”......
 

 
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