Alejandro Nadal
La Jornada
La relativa estabilidad
del presente es una referencia inútil para prever el futuro.
Desgraciadamente la tendencia natural es proyectar hacia el futuro
incierto los datos conocidos y usarlos como una guía para tratar de
predecir el curso de los acontecimientos. No es un procedimiento
certero, pero parece que los humanos así sienten que pueden enfrentar la
angustia de la incertidumbre.
La economía mundial atraviesa una fase de relativa tranquilidad.
Lejos parecen los días de 2009 cuando el colapso terminal parecía
inminente. Entre las señales positivas que se mencionan con insistencia
en los medios se encuentra la relativa estabilidad en los mercados
financieros y hasta la evolución de los precios de bienes raíces en
Estados Unidos. Un análisis más detallado revela que la calma relativa
no proviene de una recuperación sostenible y que han aparecido nuevas
amenazas en el horizonte.
Casi todas las principales economías del planeta (la excepción es
Japón) han escogido una estrategia anticrisis basada en la expansión de
la oferta monetaria en lugar de recurrir a mayores déficit fiscales. La
efectividad de esta opción estratégica deja mucho que desear.
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