martes, 15 de octubre de 2013

Las asimetrías comerciales entre regiones no tienen por qué ser nefastas

Eduardo Garzón
Saque de Esquina 
 
Pensemos en cualquier región del planeta y tengamos en cuenta que interactúa en términos económicos con el resto de regiones. Las empresas, las administraciones públicas y las familias residentes en esta zona compran productos y servicios que provienen del extranjero, y venden productos y servicios al extranjero. Cuando estos agentes económicos venden fuera, entra dinero en la región. Cuando compran fuera, sale dinero de la región. Si durante un periodo de referencia entra más dinero del que sale (o lo que es lo mismo, si se vende fuera más de lo que se compra fuera) aumentará la cantidad de dinero que hay en ese territorio. Si durante un periodo de referencia sale más dinero del que entra (si se vende fuera menos de lo que se compra fuera) disminuirá la cantidad de dinero existente en esa región.
 
Si entra más dinero del que sale, genial; no hay nada más que hablar: la región se está enriqueciendo. Además, podrá hacerlo indefinidamente mientras se mantenga ese ritmo porque no existe ningún límite a esa capacidad de aumentar el dinero total. Siempre hay sitio para más dinero.
 
Pero si sale más dinero del que entra tenemos un problema: los agentes económicos que residen en esa región tienen que hacerse con dinero como sea para poder cumplir con los pagos al exterior. Para ello hay, en general, tres opciones: en primer lugar, pueden recurrir a los ahorros, teniendo como consecuencia que la región se empobrezca, pues la cantidad total de dinero existente en la misma disminuiría. Como es obvio, la región no podría empobrecerse indefinidamente, porque si continuase ese ritmo llegaría un momento en el que a la región ya no le quedase más dinero que entregar al exterior (llegaría un momento en el que los ahorros se acabarían). En segundo lugar, los agentes económicos de la región pueden pedir dinero prestado a agentes que residan fuera del territorio, y con ese dinero materializar los pagos comprometidos. En tercer lugar, pueden recibir dinero desde el exterior sin contraprestación directa (sin la obligación de devolverlo), en forma de subvenciones públicas, inversiones empresariales, transferencias fiscales, remesas, etc....
 

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