lunes, 7 de octubre de 2013

Tecnología y control

Albert Recio Andreu
Mientras Tanto
 
Las revelaciones de Wikileaks y especialmente las de Snowden han puesto de manifiesto lo que antes podía intuirse: que el uso masivo de internet está siendo utilizado por los grandes estados (y también las grandes empresas) para desarrollar nuevas formas de espionaje y control social antes impensables. La sorpresa ha impactado especialmente a la inmensa masa de personas que se habían creído que los nuevos medios de comunicación abrían la puerta a un mundo dominado por comunicaciones horizontales. Una visión utópica de las nuevas tecnologías que convertía a los multimillonarios promotores de Apple, Facebook, Google, Twitter en precusores de un nuevo orden social más libre. Ahora sabemos que estas empresas son idénticas a las grandes corporaciones de toda la vida: abusan de su poder de mercado, tratan de eludir derechos sociales cuando pueden, evaden impuestos, colaboran con el poder político y utilizan la información que les proporcionamos gratuitamente para favorecer la manipulación social de gobiernos y clientes.
 
La cultura postmoderna en la que se introdujeron las nuevas tics se caracteriza por su ausencia de memoria. Todo es nuevo y sin historia. De aquí la ingenuidad y el desconcierto. Si en cambio realizamos una somera lectura de la historia del capitalismo, fácilmente descubrimos que la cuestión del control humano ha sido uno de los componentes esenciales del cambio tecnológico y organizativo. Lo han explicado muy bien decenas de estudiosos críticos del cambio tecnológico desde Marx en adelante. La fábrica moderna fue sobre todo un medio de control del comportamiento humano asociado al poder del capital sobre el espacio y el reloj. Toda la historia de la mecanización ha tenido entre uno de sus componentes esenciales el de reducir la discrecionalidad de la acción humana, el de hacerla predecible, el de permitir su supervisión (una máquina parada, una luz encedida permite reconocer que alguien no esta haciendo su faena), el de influir sobre el ritmo de trabajo, el de condicionar las relaciones sociales entre iguales... Vale la pena releer toda la literatura crítica sobre la organización del trabajo, los Braverman, Marglin, Coriat, etc., para pensar el proceso actual.....

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