Revista El Ecologista nº 78.
La economía del crecimiento contra el ser humano y la naturaleza.
El crecimiento es más que un dato económico: es un dogma. Sin que
pueda ser cuestionado, estructura la sociedad, la producción, el
consumo, el trabajo, el Estado de bienestar y nuestros imaginarios
colectivos. Sin embargo, es urgente salir de esta ‘sociedad del
crecimiento’ que hoy amenaza gravemente el bienestar y el planeta, y
apostar por una ‘sociedad del vivir bien’ regida por otros valores y
conceptos compatibles con la justicia y la ecología.
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial en los países
occidentales, la sociedad del crecimiento se conforma en torno las
características siguientes (que detallamos en la tabla): crecimiento del
Producto Interno Bruto (PIB), aumento de la productividad, progreso
tecnológico, poder adquisitivo, empleo y expertocracia. El objetivo es
el crecimiento del PIB, es decir de la tarta económica y material (sin
importar la calidad, ni la disponibilidad de los ingredientes, ni los
límites del molde) para su consiguiente reparto entre capital y trabajo,
ya sea a través del mercado o del Estado. Mientras crezca a buen ritmo
la tarta en el “modo pleno empleo, aumentos de productividad y progreso
tecnológico”, el capital tendrá garantizado una parte constante, o
incluso creciente, del pastel para sus beneficios, y las personas
trabajadoras tendrán garantizados (gracias a la redistribución de una
parte de los aumentos de productividad) un empleo y el refuerzo de su
poder adquisitivo.
Sin embargo, este modelo de (relativa) paz social que en varios aspectos
sigue alimentando la visión dominante, incluso de las corrientes
progresistas, hoy ha caducado. En el momento en el que se eche a perder o
se agote la tarta (está envenenada, escasea un ingrediente, el molde
tiene límites, algunos comensales se comen demasiados trozos, o todo a
la vez como en la crisis actual), la fiesta se acaba (aunque con el
hundimiento siguen ganando unos pocos, generalmente los que más tarta
habían acumulado)......
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