lunes, 30 de diciembre de 2013

2008-2013: Balance de daños

María R. Sahuquillo, J.A. Aunión y Amanda Mars
El País
 
Cinco años de recesión económica, de recortes sociales, de sobresaltos, de incertidumbre y de malas noticias no solo socavan los cimientos del Estado de bienestar. También están minando los nervios de la población. El consumo de ansiolíticos y de medicamentos para el insomnio empezó a aumentar en el año 2000 con la normalización de su uso para procesos cotidianos de la vida. Pero el crecimiento sostenido pegó un claro acelerón con el inicio de la crisis. El primer año, entre 2008 y 2009, se prescribieron un 6,5% más de ansiolíticos. En 2011 (último dato oficial), los españoles consumían un 8% más que al final de la bonanza, según un informe de la Agencia Española del Medicamento que muestra también que el incremento es superior al de países del entorno como Francia o Italia. “La crisis está teniendo un efecto en los problemas de salud mental, y hay un riesgo claro de empeoramiento en la salud de la población general”, asegura Fernando Benavides, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología. 
 
La imagen de una persona con los nervios rotos es la metáfora de un país modelado por los puñetazos de la recesión. Desde aquel día en que cayó Lehman Brothers —la compañía de servicios financieros cuya quiebra sacudió los mercados mundiales— y terminó de estallar la burbuja inmobiliaria, España ha visto cómo se disparaban las cifras de paro a la vez que se recortaba en gasto social —prestaciones por desempleo, educación, sanidad, servicios sociales— de tal manera que se tardarán dos décadas en recuperar el nivel de empleo previo a 2008, según un reciente estudio de la consultora PricewaterhouseCoopers, y, en general, el nivel de bienestar, según calcularon hace un año las ONG Intermón Oxfam, Médicos del Mundo, Unicef y Cáritas. Ahora que termina 2013 y las instituciones europeas ven ya “frágiles brotes verdes”, los primeros síntomas de esa recuperación que se prevé lenta y penosa, toca hacer balance de daños.
 
Si empezamos por el que preocupa al catedrático Benavides —el aumento de los problemas en la salud mental—, los datos señalan que las consultas por depresión en los centros de atención primaria aumentaron el 19,4% entre 2007 y 2011; las visitas por síntomas relacionados con la ansiedad generalizada, un 8,4%; por trastornos psicosomáticos, un 7,3%, y por problemas de alcoholismo, un 4,6%, según una encuesta de la Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical de Londres. Ese incremento, afirma Martin McKee, uno de los autores del estudio, tiene relación con la situación económica. “Alrededor de un tercio de los problemas de salud mental en la población atendida por estos desórdenes puede deberse al riesgo combinado del desempleo y las dificultades para pagar la hipoteca”, dice. También Eudoxia Gay, presidenta de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, establece el nexo entre el aumento de estas patologías y la situación del país. “Las consultas sobre estos problemas son cada vez más habituales, pero el verdadero efecto de los problemas económicos del país en la salud lo veremos a largo plazo”, advierte.......
 
 

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