Albert Recio Andreu
Mientras Tanto
Las revelaciones de Wikileaks y
especialmente las de Snowden han puesto de manifiesto lo que antes podía
intuirse: que el uso masivo de internet está siendo utilizado por los grandes
estados (y también las grandes empresas) para desarrollar nuevas formas de
espionaje y control social antes impensables. La sorpresa ha impactado
especialmente a la inmensa masa de personas que se habían creído que los nuevos
medios de comunicación abrían la puerta a un mundo dominado por comunicaciones
horizontales. Una visión utópica de las nuevas tecnologías que convertía a los
multimillonarios promotores de Apple, Facebook, Google, Twitter en precusores
de un nuevo orden social más libre. Ahora sabemos que estas empresas son
idénticas a las grandes corporaciones de toda la vida: abusan de su poder de
mercado, tratan de eludir derechos sociales cuando pueden, evaden impuestos,
colaboran con el poder político y utilizan la información que les
proporcionamos gratuitamente para favorecer la manipulación social de gobiernos
y clientes.
La cultura postmoderna en la que
se introdujeron las nuevas tics se caracteriza por su ausencia de memoria. Todo
es nuevo y sin historia. De aquí la ingenuidad y el desconcierto. Si en cambio
realizamos una somera lectura de la historia del capitalismo, fácilmente
descubrimos que la cuestión del control humano ha sido uno de los componentes
esenciales del cambio tecnológico y organizativo. Lo han explicado muy bien
decenas de estudiosos críticos del cambio tecnológico desde Marx en adelante. La
fábrica moderna fue sobre todo un medio de control del comportamiento humano
asociado al poder del capital sobre el espacio y el reloj. Toda la historia de
la mecanización ha tenido entre uno de sus componentes esenciales el de reducir
la discrecionalidad de la acción humana, el de hacerla predecible, el de
permitir su supervisión (una máquina parada, una luz encedida permite reconocer
que alguien no esta haciendo su faena), el de influir sobre el ritmo de
trabajo, el de condicionar las relaciones sociales entre iguales... Vale la
pena releer toda la literatura crítica sobre la organización del trabajo, los
Braverman, Marglin, Coriat, etc., para pensar el proceso actual.....
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