Xavier Caño Tamayo
Alainet
Christine Lagarde, directora del 
FMI, defiende los recortes sociales en España e Italia. No es nuevo. Lo 
indignante es que elogia a sus gobiernos porque han “reestructurado sus 
mercados laborales a pesar de intrincados intereses y férreas tendencias
 culturales”. Tiene la desfachatez de llamar “férreas tendencias 
culturales” a los derechos de la ciudadanía.
Para rematar tal miserable 
despropósito, dice Lagarde que la economía mundial es “adicta” a los 
años de bienestar y se ha de “desengancha”" con decisiones correctas en 
medidas estructurales. Con contra- reformas. Pretende que el intento de 
justicia, de cierta distribución de riqueza, mal llamado estado de 
bienestar, es una “adicción”. Para Lagarde cobrar una pensión, por 
ejemplo, es como esnifar cocaína o chutarse heroína.
Hace 4.000 años alguien grabó un 
criptograma en Egipto que decía “he hecho al hombre igual a su prójimo y
 no he ordenado que los hombres cometan injusticia”. Religiosidad 
aparte, tal vez el primer texto en la lucha por la justicia, por el 
imperio de los derechos humanos. Desde entonces se ha recorrido un largo
 camino, difícil, lento, doloroso y lleno de contradicciones. Hasta 
1948......
 

 
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