martes, 30 de julio de 2013

Garantías sociales

León Bendesky
La Jornada 
 
La confianza en que el mercado puede ordenar las relaciones sociales de manera eficaz, no sólo en la determinación de las pautas del intercambio, sino de la asignación de los recursos, la generación de riqueza, la distribución del ingreso y hasta alguna forma de generar garantías sociales duraderas con algo de ingeniería en las políticas públicas está hoy, no cuestionada, sino en ruinas. 
 
Esto ocurre no únicamente en los países considerados pobres, tampoco se remite a los llamados emergentes, sino que es una evidencia en muchos países desarrollados como ocurre en Europa y Estados Unidos. La desigualdad y la pobreza van en aumento con las formas de la acumulación del capital desde hace más de tres décadas. La crisis actual desatada en 2008 es la forma agravada de esos fenómenos.

Del severo análisis de Polanyi (La gran transformación) se desprende que los mercados tienden a destruir la sociedad y, entonces, la gente debe ser protegida contra las consecuencias de las fluctuaciones del mercado, sobre todo en un entorno de amplia liberalización. Los mercados no deben decidir acerca de la sobrevivencia o la privación de los individuos.

Las políticas sociales, como las de Estado de bienestar –en sus distintos modelos– aceptaban de alguna manera que la gente necesita acceso a los cuidados de la salud y la educación, ayudas en caso de desempleo, pensiones para el retiro y otros muchos apoyos públicos. Esto no significa necesariamente que se excluya la operación de los mercados, pero sí requiere evitar que provoquen estragos en la población....

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