domingo, 31 de julio de 2011

El mercado para legos

Marcos Roitman Rosenmann
La Jornada


Un nuevo dios recorre el mundo, el mercado. Son muchos quienes temen su presencia. Nada más pronunciar su nombre se ponen a temblar, les entra el miedo, pierden la compostura y no saben dónde meterse. Entre sus cualidades destaca la omnipresencia. Su sombra cubre el planeta. Quienes lo provocan sufren la ira del supremo. Posee un hambre insaciable, nunca está satisfecho y exige tributos a diario. Las ofrendas tributadas provienen del sector público. Traga compañías de electricidad, hospitales, redes telefónicas, de navegación, viviendas sociales, universidades, etcétera. Nunca le hace asco a la privatización. Se pierde por la desregulación. Le encanta ver a los suyos portar viandas llenas de contratos basura, trabajo precario y despido libre. Se pirra por la esclavitud infantil, los inmigrantes sin papeles, la trata de blancas, el desahucio por impago o el lavado de dinero. Se atiborra de corrupción, fraude fiscal y subidas de IVA. A banqueros, empresarios y trasnacionales les ofrece, a cambio de profesar su doctrina, un trato de favor. Los exonera de impuestos, pagos a la seguridad social y les otorga el plácet para ejercer la usura. Asimismo, les bendice cuando realizan cualquier transacción donde se cobran comisiones abusivas a costa del sufrimiento de las mayorías sociales empobrecidas.

Invocarlo en vano es una insensatez. Mejor plegarse a sus designios, de lo contrario desata su furia y castiga a los paganos con incertidumbre, miseria, hambre y muerte. Sus seguidores constituyen una secta. Fanáticos que practican rituales de sangre cuyo chivo expiatorio, el Estado del bienestar, degüellan, ofreciendo su cabeza al capital financiero y las trasnacionales. En su nombre se convocan reuniones internacionales, aquelarres en las cuales prima el despilfarro, acompañado de buenas viandas. Son cónclaves cuyos apóstoles se dan a la tarea de redactar homilías y sermones a los infieles. En ellos fijan objetivos e identifican a los enemigos, declarándoles una guerra a muerte. Tras la hecatombe, derrotado el hereje, se le ofrece una paz consistente en la reconstrucción. Es el momento para hacer negocios, repartir comisiones, ahondar en la corrupción y poner gobiernos conversos. Así, el dios mercado se siente satisfecho y pletórico. En caso de resistencia, sus cruzados invaden el territorio permitiendo aumentar los beneficios del complejo industrial-militar, uno de sus más leales seguidores.....

http://attacmurciajufiglo.blogspot.com/2011/07/el-mercado-para-legos.html

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