Editorial
¿Somos personas o somos números? ¿Somos vida o somos resultados económicos? ¿Tenemos derechos o sólo deberes?
Estas preguntas y las consiguientes respuestas pueden parecer obvias e, incluso simples, pero en realidad centran el debate y los dos caminos posibles a seguir en el presente y en el futuro próximo.
Estas preguntas y las consiguientes respuestas pueden parecer obvias e, incluso simples, pero en realidad centran el debate y los dos caminos posibles a seguir en el presente y en el futuro próximo.
Lo que está en juego en estos tiempos es la prioridad de la naturaleza, de la condición humana, por encima de las fuerzas que tratan de llevarlo todo, definitivamente, al terreno de las cifras, de los resultados, del frío e insensible cálculo de las pérdidas y las ganancias.
Ambas fuerzas están representadas ahora mismo en los medios de comunicación en la misma desproporcionada dimensión que en la realidad conviven, es decir, mayoritaria atención a la guerra de los mercados y los países, a los índices bursátiles, a los problemas económicos, y minoritario seguimiento a los grupos que en todo el mundo surgen ya reclamando un cambio hacia lo humano, hacia la importancia de los derechos de los ciudadanos, hacia la transparencia y la gestión limpia.
Habría que decir aquí, con riesgo a que nos tachen de teóricos e idealistas, que el ser humano es el principio y el fin de todo, el epicentro de la creación, y que el ser humano, como criatura suprema en la creación, ha visto levantarse y desaparecer imperios mucho más poderosos que los actuales, ha sobrevivido a situaciones mucho más extremas y difíciles que las actuales, ha sabido salir adelante incluso en circunstancias de exterminio casi global de la especie.
La Vida, con todo su poder, se manifiesta en la naturaleza, en todo lo creado, pero de forma especial en el ser humano, porque éste posee algo que le diferencia de las demás criaturas, y es la capacidad de crear, de imaginar, de soñar. Es la mente.....
No hay comentarios:
Publicar un comentario