viernes, 26 de agosto de 2011

Economía y delirio

Alberto Fernández Liria.
Rebelión


La atención a la salud en los países desarrollados se está transformando radicalmente, y generalmente para peor, en los últimos años. La mayor parte de las decisiones que han guiado esta transformación han emanado no de los departamentos de sanidad, sino de los de política económica.

Los “economistas” – utilizaremos este término para referirnos a los generadores del discurso económico que impregna nuestros medios de comunicación - se han ocupado sin complejos en función de los conocimientos de la disciplina que les es propia, de la vida de los ciudadanos y de la actividad de profesionales de otras áreas de conocimiento. Sin embargo la actividad de los “economistas” y de los responsables de las políticas económicas ha sido rara vez objeto de la atención de otras disciplinas.

Hoy son los propios profesionales de la economía los que, para dar cuenta de lo que sucede en su campo, utilizan continuamente términos que hacen referencia a las emociones y a la actividad mental (miedo, desconfianza, tranquilidad…). Y basan sus actuaciones en su apreciación de una realidad que es perceptible por ellos pero no por el común de los mortales (que utiliza sus órganos de los sentidos y no las agencias de calificación como base para acceder a ella). Los psiquiatras nos dedicamos profesionalmente al trabajo con la actividad mental y las emociones. Y atendemos precisamente a personas que guían sus acciones por la percepción de realidades que no son compartidas por sus congéneres. No me parece disparatado que intentemos utilizar nuestros conocimientos en estas materias para comprender el comportamiento de los oficiantes de la Economía y predecir sus efectos sobre nuestra actividad y nuestras vidas.

Los psiquiatras llamamos delirio a una creencia que cobra importancia central en el modo en el que un sujeto se relaciona con el mundo y que, aunque para él se corresponde innegablemente con la verdad, no es compartida por el común de sus semejantes, e impide, por tanto, la colaboración con éstos necesaria para la vida en sociedad. Se trata de un intento que los delirantes hacen por dar sentido a una experiencia de la realidad que les resulta dolorosa porque amenaza de modo grave su identidad......

http://attacmurciajufiglo.blogspot.com/2011/08/economia-y-delirio.html



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