EconoNuestra
¿QUÉ NOS ESTÁN CONTANDO?
La
 vorágine informativa de datos y terminología económica con que hemos 
sido bombardeados desde que estallara en 2007 la crisis de las hipotecas
 subprime[1]
 en EEUU, ha abierto numerosos debates en torno al papel que juega la 
economía y los economistas en este mundo globalizado de comienzos del 
siglo XXI.      
Pero
 en todos ellos, el ciudadano de a pie encuentra el mismo impedimento: 
un vocabulario calculadamente ininteligible, y en ocasiones cargado de 
eufemismos, que hurta el debate público. Así, asistimos perplejos a cómo
 los “entendidos” –muchos de ellos culpables y cómplices de la crisis-, 
ofrecen su receta mágica para superar la recesión.
Dándole
 a las cuestiones económicas un halo de dogmatismo, despliegan el credo 
neoliberal como un calvario ineludible y sitúan los preceptos de su 
ideología por encima del bien y del mal, y siempre por delante de las 
decisiones democráticas de los ciudadanos: la austeridad no es un 
programa electoral, sino una imposición a través de la cual, la Unión 
Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, 
nos someten con sus programas de ajuste, excusados en las demandas de 
los mercados.
Cinco
 años después de estallar la crisis, y casi tres años después del giro 
de 2010 del entonces gobierno socialista hacia el llamado ajuste, España
 se encamina a la miseria, con un desempleo descontrolado[2]
 y un empobrecimiento alarmante. El siguiente cuadro representa el 
índice de miseria, medido como la suma del paro y la inflación[3]:

Entre
 toda esta apabullante propaganda, que presenta las decisiones tomadas 
como inevitables, se les ha olvidado explicarnos qué país ha conseguido 
remontar gracias a los programas de ajuste y austeridad que promocionan.
 Los casos de Brasil, Uruguay y Argentina nos enseñan que solamente 
cuando estos países se apartaron de la ortodoxia de los planes de ajuste
 impuestos por el FMI y el BM, consiguieron superar sus crisis[4].
 Los casos actuales de Grecia, Portugal y España están demostrando que 
ésta es una política desastrosa que genera enormes brechas sociales y 
miseria, resultando un extraordinario caldo de cultivo para el fascismo[5]......
 
 
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