Gustavo Esteva
La Jornada
El cambio revolucionario no llega como un momento
cataclísmico, sino como una sucesión interminable de sorpresas, que se
mueven en zigzag hacia una sociedad más decente, decía Howard Zinn poco
antes de morir.
Las revoluciones del siglo XX enseñaron bien que los dirigentes de una gesta revolucionaria o quienes se instalan en el régimen de poder creado por una revolución pueden tener impactos nefastos, a menudo contrarrevolucionarios. Pocos son los casos en que pueden contribuir a realizar o profundizar la revolución en que toman parte.
Las revoluciones, todas las revoluciones, son cosa de la gente, de los hombres y mujeres ordinarios.....
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