Carlos Enrique Bayo
Público.es
El timo global continúa. Y lo seguimos sufragando entre todos.
Cuatro años después del colapso de Lehman Brothers, los
contribuyentes de todo el mundo tendremos que seguir pagando las
consecuencias de esa colosal estafa financiera porque nuestros gobiernos
continúan demorando la entrada en vigor de regulaciones que impidan que
los costes del hundimiento de un gigante bancario tengan que ser
pagados con fondos públicos. En todo este tiempo de continuas promesas
de “refundación del capitalismo”, sólo EEUU, Suiza y Reino Unido (este último, el mes pasado)
han diseñado planes de contingencia para evitar que desastres como el
de Bankia acaben siendo costeados por las arcas del Estado. Pero como el
resto de los países ricos no están por la labor, esos proyectos de
prevención de nuevos cataclismos económicos quedan en papel mojado, ya
que la inextricable interrelación del sistema globalizado inutiliza
cualesquiera medidas que se adopten a escala nacional, aunque las tome
la mayor de las superpotencias.
Y son precisamente los miembros de la tambaleante Eurozona, que tanto
insisten en castigar a la población con recortes y austeridad, los que
han bloqueado todo avance en ese camino de protección del dinero de los
ciudadanos frente a los desmanes de banqueros y especuladores. Con la
excusa de que es necesaria una legislación internacional común, que
obligue a todas las entidades del continente, para hacer frente con
éxito a la amenaza de otro crash, casi todos los países
europeos han aplazado las necesarias reformas normativas internas y
después se han dedicado a pelearse entre ellos por intereses nacionales
hasta paralizar el proceso....
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