Albert Recio Andreu
Mientras Tanto
La decisión del Tribunal Supremo portugués de declarar
inconstitucional el recorte de salarios a los funcionarios ha vuelto a
poner en la palestra el debate entre la lógica de los derechos de la
democracia y la lógica de los mercados. Es evidente que, desde sus
inicios, la contrarrevolución neoliberal se centró en demoler el sistema
legal que concedía derechos a la población, aunque la derogación de
estos derechos se ha producido fundamentalmente por la vía política. Más
que una lucha entre derecho y mercado, lo que hemos y seguimos
presenciando es una lucha entre propuestas políticas en que los
defensores de los derechos del capital van ganando por goleada. De
hecho, los mismos mercados financieros que desempeñan un papel tan
crucial en el desencadenamiento de tormentas económicas, que se utilizan
para justificar la introducción de reformas antisociales, son una
creación política. Una política que ha permitido la aparición de grandes
conglomerados financieros, de una amplia variedad de activos
financieros, opacidad fiscal, paraísos fiscales... Y una política que ha
creado un imponente entramado de salvaguardias que han evitado a este
sistema financiero irse a pique por méritos propios. Desde esta
perspectiva puede concluirse que no existe una oposición entre política y
economía, sino una confrontación entre políticas que tienen efectos
económicos diferentes.
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