Daniel Raventós
Sin Permiso
La renta básica (RB), una
asignación monetaria incondicional a toda la población, es una propuesta que
viene discutiéndose desde hace unas pocas décadas en ámbitos académicos, en
distintos parlamentos y en algunos movimientos sociales, notablemente en el
15-M. Empezó a defenderse, aunque en círculos muy minoritarios, a mediados de
la década de los 80 del siglo pasado. Muchos de los que defendemos la RB,
consideramos que se trata de una propuesta muy recomendable tanto en las épocas
de bonanza económica (sic) como en una de crisis depredadora como la actual.
Pero, dadas las consecuencias para la gran mayoría de la población no rica en
lo que respecta a las condiciones de vida y trabajo, la RB es una propuesta si
cabe más necesaria en una situación de crisis.
Al mismo tiempo, aunque más necesaria como se
argumentará, a la RB se la contempla como una propuesta más “difícil”
políticamente. La RB apunta como un tema espinoso de difícil concreción
política (tema “utópico”, como gusta a tantos decir) porque va, efectivamente,
a contracorriente de las medidas de política económica que se están llevando a
cabo desde el inicio de la crisis. Aunque acostumbran a proclamar justamente lo
contrario tanto los gobiernos de la UE, como un buen número de académicos
dogmáticos, así como los tertulianos campeones del totum revolutum, no existe una política económica neutra que
beneficie a toda la población, o que sea necesaria adoptar para que “todos”
salgamos beneficiados en el futuro, o que técnicamente sea la única razonable o
posible o imprescindible.
Herramienta de política económica
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