José Manuel Barreal San Martín
Mientras Tanto
Podría parecer que salir, actualmente, en defensa de la Escuela
Pública resulta manida y hasta obsoleta tal actitud. Pero, no. Es decir,
repetir que una escuela pública, laica y de calidad para todas y todos,
además de gratuita, democrática, participativa, integradora, e
igualitaria y que solo con ella y así, se conseguiría tener una garantía
de integración y cohesión social, no solo no está desactualizada, sino
que es urgente volver a decirlo alto y claro.
El Proyecto de Ley, la LOMCE, que el gobierno del PP, de la mano del
inefable Wert, quiere convertir en el futuro modelo por el que se regirá
la enseñanza pública en España, hace que se tenga que volver a recordar
y a defender los principios básicos expuestos.
En mi opinión, dos son, entre otros, los aspectos que hacen
vislumbrar una educación pública puesta al servicio no precisamente de
todas las personas con derecho a una educación pública de calidad. Me
refiero:
a) la enseñanza de la religión en la escuela pública y
b) la función integradora y democrática que debe de tener.
La regulación de la enseñanza de la religión en la escuela ha
suscitado en España controversias y no pocos enfrentamientos a lo largo
de los últimos años.
Como cabía esperar, la mayoría absoluta del PP, y la anterior
dejación de las otras mayorías que hubo (PSOE) y la buena vecindad de
los gobiernos de Zapatero con la Iglesia Católica, ha vuelto a reabrir
un nacionalcatolicismo que, en mi opinión, no había desaparecido, pero
que ahora, en buen lógica de la derecha, se recrudece. La polémica gira,
como siempre, en torno a la cuestión sobre qué lugar debe ocupar la
religión en los centros de educación pública. ¿Debe formar parte del
currículo escolar la enseñanza de la religión? Y, si formase parte, con
qué carácter ¿confesional o aconfesional? A mi juicio, el debate es
falso.....
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