Mientras Tanto
La ausencia de empleo se ha asociado, generalmente, a la pobreza y a 
la exclusión social ya que, para aquellos que necesitan trabajar por 
cuenta de terceros, el hecho de no ganar un salario puede convertirse en
 un suceso nefasto, especialmente, para quienes aquél constituye la 
única fuente de ingresos. A su vez, estar en paro no sólo significa no 
tener empleo, sino que comporta, entre otras cosas, la pérdida de las 
cualificaciones de la persona desocupada conforme transcurre el tiempo 
que tarda en volver a la ocupación, además de que se tiende a enfermar 
en mayor proporción que los que tienen empleo continuado (Recio, 1997) 
Por el contrario, tener empleo, no sólo es ganar un salario, es 
también tener una posición social, una identidad profesional, 
autoestima, relaciones sociales con terceras personas en el centro de 
trabajo, etc. Ahora bien, que no exista paro o éste sea mínimo no 
implica que no exista pobreza o exclusión social. El caso de EE.UU. es 
paradigmático en este sentido.
Hoy en día, no hay ningún medio de comunicación ni conversación en el
 espacio público que, directa o indirectamente, no haga referencia a la 
situación de desempleo en la que se encuentran muchas personas en 
España. En la actualidad, el paro ha alcanzado unos niveles absolutos y 
relativos sin precedentes en la historia reciente de España desde que en
 1976 se iniciara el cómputo de las cifras del paro.
Se mire como se mire (desde la EPA, desde la Seguridad Social o desde
 el INEM), las cifras de parados en España han superado todos los 
límites registrados hasta ahora. Según datos de la EPA (que es la única 
fuente de referencia para comparar los datos del empleo en Europa).....
 

 
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