lunes, 27 de mayo de 2013

Una visión distinta del origen del paro

Joaquín Juan Albalate y Jesús Matamala
Mientras Tanto

La ausencia de empleo se ha asociado, generalmente, a la pobreza y a la exclusión social ya que, para aquellos que necesitan trabajar por cuenta de terceros, el hecho de no ganar un salario puede convertirse en un suceso nefasto, especialmente, para quienes aquél constituye la única fuente de ingresos. A su vez, estar en paro no sólo significa no tener empleo, sino que comporta, entre otras cosas, la pérdida de las cualificaciones de la persona desocupada conforme transcurre el tiempo que tarda en volver a la ocupación, además de que se tiende a enfermar en mayor proporción que los que tienen empleo continuado (Recio, 1997) 
 
Por el contrario, tener empleo, no sólo es ganar un salario, es también tener una posición social, una identidad profesional, autoestima, relaciones sociales con terceras personas en el centro de trabajo, etc. Ahora bien, que no exista paro o éste sea mínimo no implica que no exista pobreza o exclusión social. El caso de EE.UU. es paradigmático en este sentido.
 
Hoy en día, no hay ningún medio de comunicación ni conversación en el espacio público que, directa o indirectamente, no haga referencia a la situación de desempleo en la que se encuentran muchas personas en España. En la actualidad, el paro ha alcanzado unos niveles absolutos y relativos sin precedentes en la historia reciente de España desde que en 1976 se iniciara el cómputo de las cifras del paro.
 
Se mire como se mire (desde la EPA, desde la Seguridad Social o desde el INEM), las cifras de parados en España han superado todos los límites registrados hasta ahora. Según datos de la EPA (que es la única fuente de referencia para comparar los datos del empleo en Europa).....
 

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