sábado, 2 de noviembre de 2013

Imperialismo digital

Sami Nair
El País
 
El espionaje mundial que EE UU perpetra estos últimos años no debe tomarse a la ligera: es una estrategia de una gravedad excepcional, puesto que considera no solo a los adversarios del Estado americano, sino también a sus aliados, como enemigos. El hecho de que este espionaje se extienda —más allá de la tradicional colecta de información sobre datos estratégicos, armamentos, responsables de las principales fuentes del poder y los recursos tecnológicos y económicos— a los ciudadanos, a la vida privada de los jefes de Estado, revela una visión del mundo bien demencial, bien totalitaria.
 
Demencial si tomamos en serio el discurso del poder estadounidense, que se habría vuelto paranoico como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre y que habría dado carta blanca a los servicios de seguridad para vigilar no solo sus ciudadanos, sino también a todo el planeta. Es decir, la Patriot Act de Bush extendido al mundo entero.
 
Totalitaria, puesto que el sueño de un poder que lo sabe todo sobre todos, capaz de amenazar y de manipular a cada uno, ha sido siempre el de los Estados despóticos, de los cuales los especímenes más temibles han sido los fascismos en Europa occidental y los estalinismos de los países del Este y en Rusia. Con sus medios tecnológicos ultramodernos, EE UU lleva a cabo este sueño mejor que los Estados dictatoriales del siglo XX. Se han convertido en los representantes de un imperio de tipo nuevo, cuyo objetivo no consiste tanto en ejercer una dominación directa como en proveerse de los medios para paralizar a quienquiera que parezca peligroso; en hacer chantaje a millones de individuos.....

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